DIARIO DE VIAJE
El viaje, como hecho iniciático, pero, sobretodo, como escape de la ciudad, viaje que se presenta por sorpresa y ataca las ilusiones, lo de menos la razón que ya es una excusa clásica para abandonar lo habitual, dos o tres meses sumergido en esto que llaman monotonía de los días que se acumulan como muescas en la piel, monotonía que ahoga y persiste y a la que irremediablamente regresaremos... Así dispuestas las cosas, casi lo de menos es el destino final, no por ello menos evocado ni querido, pues allí el tiempo va dejando nuestras huellas en forma de amigos, también de multitud de recuerdos ya confundidos de una y otra vez, de uno y otro año, casi al camino de la habitualidad pero una habitualidad todavía no monótona, como la de un territorio que ya se conoce pero en el que quedan espacios por descubrir. Mientras el ajetreo de los motores del avión dicta la música y la tímida respiración de Pilar trata de obviar el malestar del viaje, yo me inclino a escribir ante este cuaderno que me acoge y al que me abrazo a menudo en diversos instantes separados por largas pausas de monotonía que constituyen el resto de la vida, el abrupto espacio entre viaje y viaje, entre aeropuerto y aeropuerto.
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alena. collar -