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MADERA DE NÁUFRAGO. Blog de Luis Vea.

DIARIO

A veces en un ataque de ferocidad te preguntas si algo de lo que haces vale la pena. Al punto no encuentras respuestas y el silencio lleva a la melancolía. Luego intentas justificarte con aquello de que hay grandes escritores que no encontraron su reconocimiento público hasta después de muertos. No se trata de reconocimiento. En publicidad hablaríamos de target. De encontrar al lector que te corresponde -¿Lo hay?-. Y todo eso te aplatana -como dirían los canarios- y lo que tendría que ser un momento de regocijo para dar a conocer lo que haces se convierte en el agobio de mover mil hilos para quizá hacer poco menos que un carrete. Y acaba descorazonándote. Algo así le ocurría a un conocido poeta que ya no frecuento.

No tengo claro que estos ataques de sinceridad sobrevenida vayan a contener nada bueno, sin embargo supongo que deben ser necesarios porque la escritura necesita de una autorreflexión. A veces sin embargo te preguntas que por qué no seguir como simple lector, que es lo que más disfrutas, o como un escritor ágrafo como describía Vila Matas hablando de los Bartlebys.

Debe ser astenia otoñal. E intentas hacer tu guerra de guerrillas viendo que todo lo demás falla. Ni los contactos, ni los hilos ni nada. En un mundo vacío a nadie le interesa pensar demasiado y los que tienen el monopolio del pensamiento no dejan que entre cualquier recién llegado a decirles lo que tienen que hacer. Debe ser algo como realpolitik llevado al mundo del libro.

Al menos me han llegado tres libros más al apartado de correos.

Tras el viaje, Mimi no ha dejado de besarme cada vez que me siento a su lado. Duerme y parece guardar con su serenidad gatuna mi equilibrio emocional.

1 comentario

Damian -

En efecto, asi me siento yo, según escribes y describes.Pero el mar siempre renuev a sus antiguos oleajes, con mas fuerza si cabe.