LOS GIRASOLES CIEGOS DE ALBERTO MÉNDEZ
Es una lástima que el autor no viviera el éxito de su única obra, porque Alberto Méndez falleció en el 2004 sin ver cómo en el 2005 ganaba el Premio Nacional de Narrativa y el de la Crítica. Su obra, Los girasoles ciegos, que ya previamente había sido galardonada en un concurso literario, es una de esas pequeñas joyas que, muy de vez en cuando, uno descubre. Cuatro historias que se engarzan siguiendo un trenzado perfecto, casi como los versos, la primera con la tercera, la segunda con la cuarta. Esa rima consonante sucede entre personajes e historias. Cuatro historias, que son la misma, la de los desgraciados, la de los perdidos, la de los derrotados. Son todos sus personajes unos derrotados, sean del bando que sean, porque sus historias personales, de sufrimiento y miserias, desgarran por dentro. Da igual el telón de fondo que es nuestra propia Guerra Civil, da igual que transcurra el tiempo, porque la vida de los personajes queda anclada en un momento perpetuo que destroza sus vidas, les inflinge el peor de los tormentos, la peor de las torturas, la más temida de las miserias. Y la virtud del relato es ese remover de tripas, asco y desazón de las historias. A veces estas pequeñas tramas personales acaban explicando mejor la guerra que cualquiera de los libros de texto que actualmente se pueden adquirir sobre la misma. No se lo pierdan.
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