DIARIO
La naturaleza dicen que es sabia. También, añado que agradecida. Esta tarde llegaba a casa y al entrar mi compañera felina estaba más alterada de lo normal, junto al comedor que se encontraba cerrado. Arañaba la puerta y creí que quería ver el sol aunque era más bien hora de comer. Al entrar en seguida he visto algo extraño. Una pequeña urraca había entrado en casa y no sabía salir porque la puerta del balcón estaba entreabierta. Muerta de miedo pues detectaba la presencia de mi felina -naturaleza siempre sabia- la pobre urraca se había refugiado bajo la mesa y por su nerviosismo había evacuado numerosas veces. Graznaba y graznaba, imagino que llamaba a su madre que no debía estar muy lejos. Le he abierto la puerta del balcón y en seguida he visto que era más joven de lo que parecía pues todavía tenía plumitas amarillas en su cabecita y la cola no era demasiado larga. Así debía terminar el episodio a pesar de alguna que otra mancha de sangre en el vidrio fruto, supongo, de golpearlo para salir. Pero a última hora de la tarde ha vuelto, ha vuelto acompañada con la que yo creo era su madre. Creo que venían a dar las gracias y me ha alegrado verla ya libre y viajera.
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