AGOSTO
Como una ronca ráfaga de azafrán y luciérnagas
era la vida. Al fondo,las guitarras
espesaban la tarde, y en las sombras
abrían caminos por los que iba el sueño
sin querer llegar nunca...
Se adentraba la sangre por densos corredores,
una ardiente marea devoraba el contorno,
y los frutos vecinos, ya entera luz, ardían.
Amapolas salvajes derretían su lacre
al sol, sobre fosforescentes tierras sin dueño,
y un silencio colgado cegaba el horizonte.
Al fondo de los pozos el calor destellaba
como una piel de toro tatuada de tréboles.
Una mano posaba su pulpa bermellón
por los turbios refugios donde el amor hervía
mientras la luz de pólvora fermentaba en las costas.
Amar era partir el mar con una espada,
sentirlo de repente golpeando la boca
mientras iba la vida recorriendo sembrados
y a más amor en vuelo más violencia crecía.
Fábulas de octubre (1966) de Luis Feria.
Foto: Carlos Pascual (El País)
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