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MADERA DE NÁUFRAGO. Blog de Luis Vea.

DIARIO

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El domingo, en el mercado de San Antonio, compré un par de libros y un folleto. La fortuna fue dispar, uno de ellos ya lo tenía. El folleto, de la isla de Tenerife, es un hallazgo de finales del siglo XIX.El otro libro, de André Maurois, lo compré después de ver su interior. Al abrirlo vi que alguien había pegado una foto del autor recortada de un periódico. Y unas hojas después había un par de artículos extraídos de otro periódico de los años cincuenta que pertenecían al propio escritor. Imaginar la historia de la propietaria del libro, porque seguro que era mujer, me hizo comprarlo. Camino a casa vimos un espectáculo repugnante, a alguien con aviesas intenciones se le había ocurrido envenenar a unas palomas que caían desplomadas de los árboles, reventando en su caída contra el suelo. Una ciudad cívica, sí señor. ¡Qué asco!

4 comentarios

Jose -

Lo de los libros de segunda mano es curioso. Siempre te preguntas a quién pertenecieron, por qué se deshicieron de ellos... Dan para muchas historias, sí señor.

Gregorio Verdugo -

Es un placer eso de comprar libros viejos y encontrarte sorpresas que te desvelan secretos de sus antiguos poseedores.
Por cierto, lo de exterminar palomas se está poniendo de moda en demasiados sitios, lástima.
Un abrazo.

Jose Carlos -

Pues vaya, has tenido más suerte que yo este domingo... De A. M. se suelen encontrar traducciones de los años 40. No está nada mal. Se ganaría leyéndolo en civilidad y sensatez. Pero me temo que al sur de Praga eso es imposible.

Manuel Carrillo -

Hace tiempo que no tengo el placer de pasear por el Mercat de Sant Antoni y comprarme un par de libros viejos. Sin duda, los antiguos propietarios te explican cosas suyas. No he podido saber aún cómo lo hacen. Pero siempre que compro algo de segunda mano hay un no sé qué que me trasmite cosas. Una de las cosas que adquirí de segunda mano fue una vieja silla que encontré en la basura. Todavía hoy la tengo que arreglar y mi mujer me dice que la tirará. Pero han pasado ya varios años y sigue allí en mi trastero como queriéndome decir algo. Por cierto, hay una canción de Albert Pla que habla del cuarto de los trastos (El quarto dels trastos, del CD Aquí s'acaba el que es donava 1990). Muy recomendable.