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MADERA DE NÁUFRAGO. Blog de Luis Vea.

DIARIO

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Fallece Juan Pablo II. Cabe esperar que su substituto sepa sobrellevar mejor temas tan espinosos como el aborto, la teología de la liberación, la anticoncepción, los derechos de los homosexuales, etc...

Se ha estropeado la lámpara del comedor. Es una de esas lámparas de pie, halógenas, con una luz blanca que ilumina sin ayuda todo una estancia. Ya la hemos reparado un par de veces pero es un regalo de Pilar y le hemos cogido cariño. Somos muy dados a tomarles cariño a los objetos. Como la hemos de llevar a una tienda de reparaciones, la he desconectado y dejado en la biblioteca. Luego, al volver allí, la he visto, enhiesta y triste, desangelada, como una figura de Cervantes, como un Quijote sin armadura o como las figuras del Greco. He sentido lástima de ella como si fuera un jubilado.

Fido tiene el día -mejor, la tarde- maullador. Mientras estoy en el comedor tratando de leer le oigo llamarme y a través del biselado de la puerta intuyo su cuerpo de gato añoso. Y tras abrirle me viene al oído el suave ronroneo de la respiración y una mirada que limpia. En esos instantes es cuando tengo constancia de que el libro no puede aportarme tanto como este viejo gato, sus ronroneos y maullidos.

Leyendo la historia de Canarias es fácil simpatizar con la defensa que hicieron los guanches contras las campañas de los Bethencourt, Fernández de Lugo, Pedro de Vera y otros. Teniendo en cuenta la crueldad de los europeos imagina uno el potencial de violencia empleado en la conquista de América. Transcurrido el tiempo, lo que llama la atención es que esa historia haya quedado en los canarios como un poso de nombres que adornan edificios y hoteles y como un plus de honrrilla y, sin embargo, cuánto caso les siguen haciendo a los descendientes de aquéllos, a los poderosos, a los grandes hacendados, a los especuladores, a los usurpadores, a los filibusteros, a los que siempre se han enriquecido con las desgracias de los demás.

Leyendo el libro de Ramón Sampedro, Cuando yo caiga.Poemas cargados de razones pero faltos de oficio y de lírica, si no fuera porque los escribió él, ¿quién se los hubiera publicado?. Habrían acabado en un cajón de la mesa de la cocina o con un poco de suerte en una de esas editoriales que te cobran por autoeditarte.

1 comentario

Espuma -

bueno, bueno, bueno... no digo más. :)