MIMI
Escudada tras la noche y el pardo de su piel, Mimi huele el aroma nocturno con esa pequeña naricita que ansía oler el mundo, aunque el transcurso del tiempo la ha ido haciendo más tímida, menos osada a la hora de enfrentarse al exterior. Se asoma al balcón divisando las alturas a las que se afana con su mirada felina y, de pronto, le sale su fiereza al errático vuelo de la mosca. Al punto de perderla, retorna a la luz del interior y me mira. Y parece que la claridad del comedor acaba convenciéndola de que no encontrará fuera un lugar más agradable. Pero yo sé que, de aquí a un rato, volverá a asomarse a la oscuridad para oler la noche en esa suprema contradicción de gata.
1 comentario
Espuma -
me encantó.
las palabras están bien puestas y puedes incluso imaginar a la gatita oliendo la noche.