DIARIO
Siempre que me visita el pasado se me queda la cara de tonto. Quizá debiera intentar contar esto o lo otro, intentar explicar que uno se ha convertido en un hombre de provecho, demostrar que he hecho esto o que me ha pasado aquello. Al final callo, quizá por el peso de la nostalgia y acabo poniendo cara de imbécil. Ésa que tan bien se realza con mi papada. Debe ser inevitable que piensen de uno que hicieron bien en alejarse de mí. O que quizá murmuren mira lo feo que está, que mal le ha sentado cumplir años. O aquello tan manido de que parecía que iba para algo más y se quedó en esto. O, a lo mejor, lo de a su edad y todavía escribiendo versos. Quizá tengan razón. Entonces para qué poner otra cara si la que mejor expresa la realidad es la de imbécil.
2 comentarios
Elizabeth... sí la misma -
Alena Collar -