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MADERA DE NÁUFRAGO. Blog de Luis Vea.

DIARIO

Hoy por la tarde, frente a la canceladora del metro, marco mi billete y las puertas se abren. Con rapidez subrepticia y delicadeza se sitúa tras de mi una chica que sin siquiera rozarme se introduce en el cubículo destinado a mí.  Al abrirse el otro lado de la puerta ella ya está lejos. A los pocos segundos llego en el mismo andén a su altura. Me apercibo de que no es ninguna mujer con apariencia de haber sido abatida por la crisis reciente. De pronto un natural enojo me corroe, un enfando estúpido e irracional que censura su pequeña estafa hacia la colectividad. Subimos al mismo vagón de metro. Ella muy cerca de mí -ya me ha olvidado- ni nota mi presencia. Abro un poemario de Álvarez Ude por su primera página. Al rato veo  su libro y ese libro obra sobre mí un efecto milagroso, casi perdono su pequeña falta. Me da la impresión de que ese libro es una llave que olvida algunas cosas. Sonrío. Al llegar a la plaza Universidad la veo alejarse, engullida por el tráfico y el ruido.Se hace tarde para llegar al recital.

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